COMÁES

os pongo el enlace por si queréis verlo con las ilustraciones http://surcandoediciona.wordpress.com/2012/04/01/comaes/

Ilustradora:  Rosa García
Género: Relato
Este relato es propiedad de Inmaculada Ostos Sobrino, y su ilustración es propiedad de Rosa García. Quedan reservados todos los derechos de autor.

Comáes.

Las comadres se apiñaron junto a la fuente, era una soleada tarde de otoño y como todos los días después de comer se reunían para tertuliar.
          -¿Qué tal Francisca, cómo lo llevas hoy?
- Pues mejor Pepa, pero en cuanto cambie el tiempico, esta maldita ciática volverá a aparecer, es lo que tiene la edad.
- A las buenas comáes, ¿Qué, os habéis enterao de lo del Tomás?
- Sí, ha sido una sorpresa, ¿Quién lo iba a decir con lo fuerte que estaba ese hombrecico?
- ¡Qué fuerte ni qué fuerte, si estaba consumido!, parece mentira que digas eso Francisca si de un tiempo para atrás estaba en decaída.
- Vamos a ver Pepa, si ese hombre ha trabajado toda la vida en el campico, estaba hecho un buey.
- ¡Pero ternera!, ¿Cuanto tiempo á que no veías tú al Tomás?
- Mujer, pues la verdad es, que he estao un tiempico fuera ayudando a mi hija en Valencia, pero Rosa, conozco al Tomás desde que éramos niñicos y siempre ha tenido muy buena salud.
- Pero algún día lo habrás tenido que ver, ¡digo yo!
- Sí, la Pepa tié razón, se le ve asín por lo menos de un mes pa trás.
- La verdad es que cuando volví lo vi más tisíquico, pero lo achaqué a que ya era mayor, ¡Lo normal vaya!
- Pues ya te digo yo que de normal ná de ná, que ya lan hecho lautosia y dicen que no ha sio natural.
- Anda bruta, ¡calla! Que ha sido un infarto lo que se lo ha llevado, lo dijo el Doctor Ferrán.
- ¡Ay, pobre!, que dolorcico debió pasar.
- ¿Qué infarto ni que probe? ¡Que ha sido la vinagra lo que le ha matao!
- ¿Qué tonterías estás diciendo niña?
- ¿Qué es la “vinagra” bonica? ¿Alguna nueva enfermedad?
- Que niña ni niña, que tengo trenta y tres años ya, comáe.
- ¡Pues parece mentira con lo modernas que sois las de tu generación y lo atrasada que tú estás!
- ¡Eeeh, sin faltar!
- No te ofendas Rosa, Pepa no lo dice con maldad. La verdad Rosa, un poquico brutica sí que eres, tienes que reconocerlo.
- Bueno, a lo que iba, la vinagra es una droga que usan los hombres pa que se les ponga alzao el aparato.
- ¡Ala, inculta! V-I-A-G-R-A, no “vinagra”.
- ¡Anda!, mira que moerna es la Pepa, ¡Que las mata callando la pellejo!
- ¡Uy, santico bendito! – dijo Francisca santiguándose.
- Y tú, ¿Cómo te has enterado de eso di?
- Pues porque mi  amigo el Lute anda currando en la funeraria y la tenío que amortajar y le ha visto to el cebollo.
- ¡Por dios, Rosa, un poco de respeto!
- Sí, hija, que no hace nadica que acaba de pasar.
- Pero comáes, si yo le tengo respeto, pero digo la verdá.
- A las buenaaas – saludó una mujer de aspecto jovial uniéndose al grupo.
- Joaquina, ¡has venido en el momento ideal! A ver si puedes meter algo de raciocinio en la sesera de esta mujer.
- Uy, habló la profesora jubilá, ¡Como se nota que nasió pa estudiá con tanta palabreja!
- Dime, mujer, ¿qué es lo que estáis hablando?
- Pues aquí la niñica, que dice que Tomás ha muerto por la “vinagra”.
- ¡Y dale! V-I-A-G-R-A. Yo les estoy diciendo que ha sido por muerte natural, un infarto.
- ¡Pos eso digo yo! El infarto que le ha dao por intentar…
- Che, che, che… – le interrumpió Pepa.
- Fornicar…
- ¡Por Dios niñica, no seas tan bastica!
- Di Joaquina, ¿qué es lo que ha pasado de verdad?
- Bueno, pues me ponéis en un compromiso. A mi marido no le gusta que hable de esto, pero como sois mis comadres os lo voy a contar. La verdad es que ambas tenéis razón. Cuando mi marido hizo el primer reconocimiento al cuerpo, todo señaló a una muerte producida por un infarto. Pero cuando vio… Bueno, imaginaos el qué. Se dio cuenta de que había algo más. Así que tras un examen exhaustivo encontró en sus bolsillos una caja de pastillas para la tensión, pero dentro no había pastillas de la tensión, sino la susodicha viagra. Sobredosis, eso dedujo. Como a nadie le importa la vida privada de los demás y además para María debe de ser un asunto un tanto incómodo, decidió poner en el informe  muerte por infarto, y ya está. Pero pienso que por el bien de María esto no se debería contar, ¿Entiendes por donde voy, Rosa?
- Que sí… que en boca callá no entran moscas.
- Pues eso, ¡Y yo no os he contado nada!
- ¡Me quedo muertecica! ¿A nuestra edad, a la vejez viruela?
- Bueno, hay una primera vez para todo. ¿No crees, Joaquina?
- Sí, cada cual…
- Que no…que se le fue la cabeza al joio, que contra más viejo más pellejo. ¡Y luego dicen de la juventú!
- Rosa, de verdad…
- Lo peor de tó es la María con lo mojigata que es, lo que habrá tenío que aguantar, to el día con ese empalmamiento detrás, jeje…
- ¡Rosa! Como sigas así, aquí hay una que se va.
- Tranquila comáe, que solo quería poné un poco de humor al asunto.
- Pues nada de humor, que ahí viene la pobrecica de María…
- A las buenas – las saludó María, venía cargada con una bolsa de basura, su aspecto menudo hacía que esta pareciera enorme en su mano.
- A las buenas – contestaron las cuatro mujeres al unísono.
- ¿Qué tal María, cómo lo llevas?
- Pues mujé ¿Cómo lo voy a llevá? Malamente, ya no me quea ná, que noshes tan duras voy a pasá.
- Ánimo mujer, que todo se pasa.
- Sí, pero que pronto se lo ha llevao el señó. Me vine de Cái por é.
- Pobrecico, sí que es verdad.
- Bueno mujer, mejor así, últimamente no parecía estar muy bien.
- Sí, ¡Como que estaba consumidico! ¿verdad, María? Pero piensa en lo descansá que te vas a quedar.
María enrojeció. Las otras tres mujeres le echaron una mirada envenenada a Rosa, la cual las ignoró y siguió con su discurso.
- Venga, que lo sabemos to, no ties que esconder ná de ná. Que sabemos lo de la “vinagra”, ¡Qué mal que lo has tenío que pasar ternera!
María abrió los ojos de par en par, se echó las manos a la cara y se puso a llorar desconsolada.
- ¡Ves niñata, la que has liado! ¡Ya me lo veía yo venir!
- Pepa, mujer, que estamos entre comáes, que yo no quería ofender…
- Déjalo estar bonica, que vas a estropearlo más.
- Sí, que ya has hablado bastante, ¡Como se entere mi marido verás!
- ¡Qué vergüenza…! ¡Tanto se ma notao! Yo no quería…
- Déjalo María, no nos tienes que explicar nada, que esta chiquilla es una cabeza hueca.
- Sí, cada uno en su casa y Dios en la de todos.
- Somos amiguicas, no te preocupes.
- Además tú no ties que sentir ná, en to caso el gorrino de tu mario, que a la vejez le dio por querer fornicar a reventar…
- ¡Rosa!
María la miró de nuevo con la cara desencajada, pero dejó de llorar.
- Bueno sí, no pasa ná. Me tengo que ir, aún tengo muchas cosas que asé.
Y diciendo esto María se fue, las mujeres quedaron entonces desoladas y empezó una discusión ardiente contra Rosa. Mientras, María tiró la basura y aprovechando el descuido sacó un papel arrugado de uno de los bolsillos de su mandil, lo abrió, le echó una última ojeada y lo rompió en mil pedazos junto con una caja vacía de medicación (viagra), una sonrisa de alivio cruzó su rostro.
En el papel estaba escrito lo siguiente:
“A la atención de Tomás Medina Luengo:
Creemos haber dado con la solución al problema de su señora sobre su reciente apetito sexual, sentimos la tardanza pero hasta ahora no se había descubierto nada que lo pudiera erradicar. En cuanto a su analítica, aún le sale alta la tensión, así que probaremos con unas pastillas nuevas cuya receta adjuntamos. Les esperamos a usted y a su mujer en la siguiente visita que pautamos para explicarle los detalles.
Atentamente,
El Doctor Hernández.”

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